miércoles, 26 de septiembre de 2012
Mientras disfruto de la brisa marina, del viento y del sonido de las olas romper y llegar a la orilla, recuerdo que afortunadamente no soy la única que aprecia y disfruta de esa joya de la naturaleza aun cuando hace frío. Caminar, sumergir los pies por este desierto y sentir el tacto húmedo. Parecer dueña o dueño de un lugar desolado cuando el cielo es gris, y al que te vienen a estorbar y molestar todos esos domingueros cuando un sol de justicia los anima a sacar a pasear sus panzas con una cerveza en la mano. A cobijarse más tarde bajo una sombrilla mientras conversan y observan a las muchachas pasar. A la playa hay que venir en días como el de hoy, por la noche, o cuando ya no hace calor. A pensar, a intentar alcanzar ver más allá del horizonte mientras numerosos pensamientos rondan, se asientan y maduran en tu cabeza. Hay que venir solo, preferiblemente.
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J.D. Salinger
Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo
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