lunes, 28 de mayo de 2012


Qué sabréis vosotros de mí. Qué sabréis vosotros acerca de lo que verdaderamente pienso. Qué sabréis de cómo me siento. Qué sabréis de lo que pasa por mi cabeza, de si realmente mis palabras son concorde a mis sentimientos. Cómo podéis identificar que no os miento, que no oculto esa parte más vulnerable de mí hacia vosotros. Cómo diferenciáis que no me contengo las lágrimas, que no encierro emociones, impulsos y sentimientos, que no les permito brotar para no entorpecer más lo que os rodea. Cómo podéis saber lo que cuesta sacar a relucir mi orgullo para no dejaros ver esa cara indefensa, dolida, ofendida, rota... que aguarda en el lugar más intrínseco de mí y que a veces solo en soledad consigo solventar. Cómo podríais entender lo que cuesta aguantar las ganas de correr hacia no sé donde y de gritar para nadie y gritar para todos infinitas cosas. Y qué conseguiré yo y qué conseguiréis vosotros camuflando esa parte tan humana que engrandece a las personas. ¿Acaso nos produce satisfacción? ¿Acaso nos sentimos mejor? ¿Acaso nos sentimos más fuertes? ¿No sería preferible volver a meter el orgullo en una cajita y cerrarla para siempre? ¿No sería increíblemente mejor sentirnos desahogados, guardar en nuestra conciencia que todos y cada uno tienen conocimiento de todo aquello que sentimos hacia ellos? ¿No seríamos más felices así? ¿No sería más fácil?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

J.D. Salinger

Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo