miércoles, 16 de mayo de 2012


Ayer volví a ver tus ojos. El corazón me latía a 1000 por hora. 
Hace unos meses cuando dije ''cada uno por su camino'', dolío pero aún así teníamos que admitir que si no lo hacíamos nos estábamos engañando como dos idiotas. Llorando a mares, respirando profundo y abriéndo los ojos, acostada en la cama me quedé mirando el techo, horas y horas, como si ese techo fuera mar o fuego que nunca te cansas de mirar. Acabé dándome cuenta de que en ese techo estaban esos ojos... clavados en los míos, iban a estar ahí hasta que diera vueltas y vueltas y más vueltas el reloj hasta que con la mirada me dijeran ''ya me olvidaste'' y desaparecieran.
La Luna era la única que nos estaba viendo en esos instantes, como la envidié por tenerte delante de sus ojos y la rabia me recorría hasta el último pelo. La hablé, y me contó que él estaba igual que yo, reventando por no haber echo lo que debíamos desde el principio, por engañarnos mutuamente y mirarnos mientras en el fondo mentíamos.
Hoy volví a ver sus ojos, el corazón me latía a 1000 por hora. Llegué a casa y me acosté en la cama. Sus ojos volvieron a aparecer en mi techo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

J.D. Salinger

Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo