viernes, 9 de diciembre de 2011

Una vida, un mundo, una oportunidad

El placer de hacer lo incorrecto.
Un. Dos. Tres. Oscuridad por todos lados. Menos en mi mente, que está en blanco. Un escalofrío. Y otro. Y otro. ¿Qué está pasando? Todo parece estar quieto y a la vez no dejar de moverse. Cuatro. Cinco. Seis. Una oleada de imágenes se apoderan de mi mente. Pasan rápido y sin embargo se distinguen perfectamente. Cada una pertenece a un día especial. Hay tantas caras que desaparecieron hace tiempo. Siete. Ocho. Nueve. Más oscuridad. Sensación de soledad. Estado de soledad. Indeferencia corriendo por mis venas. Tanto quise ser y tan poco conseguí. Eso pasó ya. Recordar, por norma general, es echar de menos y eso tan solo lleva a ser vulnerable. Diez. Once. Doce. Desear lleva hasta la desesperación. Admirar se vuelve posesivo. Pensar, ya casi ni es importante. Sentir es monotonía, dolorosa. Anhelar, sinónimo de desear y, por lo tanto, directo a la desesperación. Música que calma. Notas musicales ordenadas para filtrarse por tu piel y hacerte emocionar. Trece. Número de la mala suerte. Catorce. Quince. Edad para sentir, desear, anhelar, necesitar... Un mal conjunto. Cosas que esperas, por las que luchas que nunca llegan. Dieciséis. Diecisiete. Dieciocho. Más oscuridad. Basta de reflexiones por hoy. Pensar y dolor van unidos. Diecinueve. Veinte. Veintiuno..

No hay comentarios:

Publicar un comentario

J.D. Salinger

Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo